¿Por qué no hablar de nosotros?
A mi me gusta sentirte, me gusta admirarte y lo digo así, como si de una obra de arte fueras.
Me gustas en las mañanas de resaca y en los lunes de ojeras, me gustas, simplemente.
Podría haberte elegido mil veces más, podría habernos dado la oportunidad trescientas veces más, si me llegas a prometer que en todas esas oportunidades, obtengo un sí. Contigo siempre empezaría y acabaría. Pero volvería a empezar. Siempre te conocería un poco más, te descubriría una anécdota más, una resquebrajo que antes ocultabas, una ilusión escondida en el alma. Y así cada día. Cada estación, nuevamente con botella de vino y cosquillas en los pies. Con las miradas perdidas pero dentro de nosotros, como si los relojes nunca hubiesen funcionado para nosotros, como si las horas no tuviesen la entrada a nuestras vidas. Quizás en cada comienzo te querría mejor, y no digo más, porque sería imposible, pero sí mejor. Mejor que la primera y segunda vez. Te conocería y no te dañaría inconscientemente. Bailaríamos menos y beberíamos más. Lloraríamos menos y reiríamos más. Y así seríamos, una historia sin acabar, con un comienzo, un final y nuevamente otro comienzo. Como un te quiero, te dejo pero te vuelvo a querer.
Porque dejarte de querer no es una opción.
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