Me sumerjo en la masa de aire que habita en tu cuerpo y me encuentro con las costillas retorcidas del dolor.
Las comisuras heladas del tiempo perdido y el temblor en las piernas por lo desconocido.
Fue un otoño duro y corto, tan corto como tus respiraciones y tus palabras y eso que tú eras más de miradas.
El murmullo me alardeaba y corría en tu búsqueda; viajé por miles de rincones y tan solo encontré vacíos existenciales; como los que tú me dejáste.
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